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GABRIEL POUT




Gabriel Pout, fotógrafo y estudiante de Comunicación Audiovisual. Busca la belleza donde muchas veces parece que no la hay y logra capturarla en sus fotografías, nos cuenta cómo lo hace y más de sus experiencias como fotógrafo.
¿Por qué audiovisual en la Unav?
Pues lo primero, yo iba a hacer arquitectura aquí. Y una semana antes de hacer todos los papeles y mandarlo aquí en la uni decidí cambiarme, ya que no he hecho nada arriesgado en mi vida, pues, ¿qué tal si lo hago ahora con esta decision? Y decidi comunicación audiovisual. Al principio no lo tenía claro, pero hubo un momento en el que me quedé “empanao", porque pensaba que audiovisual eran periódicos, y televisión, y a mí la verdad es que eso me la traía bastante floja. Entonces me di cuenta que estaba el cine, y pensé que si de verdad alguien podía dedicarse en su vida profesional a hacer cine eso tiene que estar muy guay. Debe ser cada día como un juego, y por eso lo hice, porque no me imaginaba en una oficina, no me imaginaba encasillado en un bloque con un ordenador. Sobre todo quería una profesión que me permitiese estar con personas, conocer a gente, moverme por el mundo y creo que esto es lo ideal.
Como fotógrafo...¿Cuándo empezaste?
Cogí la cámara por primera vez antes de empezar la carrera. Cuando me decidí a hacer Comunicación Audiovisual pillé la cámara. Al principio empecé sobre todo con paisajes y cosas así, pero luego ya lo cogí como hobby. Cuando necesitaba desconectar me iba por ahí con la cámara. Después empecé a sacar fotos a amigas, donde se aprende un montón, ahí es la única manera de aprender. Por mucho que estudies teoría la práctica es lo que cuenta, y sobre todo una cosa que no te dicen es a la hora de editar: no editar como hacen con los supermodelos de quitarle media pierna, pero sí hacer que un paisaje tenga unos colores determinados, que en el fondo todo en una fotografía cuenta. Busco expresar algo más realista.
¿Cómo definirías tu estilo?
La verdad es que ha ido variando, porque sí que es verdad que cuando ahora veo las fotos del principio pienso que menuda tontería. Está muy bien y es lo que me ha llevado hasta ahora, pero sí que he ido variando y sobre todo ha sido una cosa como muy impulsiva. Es algo que hacía por afición y al final acabas tirando a ciertas tendencias, a ciertas maneras de hacer las cosas que haces casi sin darte cuenta.
¿Dónde sueles fijar el lente?
Creo que las cosas en las que más me fijo es en lo que ya está podrido, en lo que han pasado varios años, se ha quedado abandonado, nadie lo ve, está escondido, esas pequeñas cosas que, por así decir, “nadie ve”, es lo que me llama a mí. Esa belleza que hay en lo que no es bello: en una puerta que está podrida, en una valla que está ahí y es la cosa más fea del mundo. Yo digo que si eres capaz de hacer de una cosa que es horrorosa sea bella en una fotografía, eso es una buena fotografía. Esas cosas cuentan una historia, han tenido una vida pasada y ahora están en el momento de empezar a convertirse en polvo.
¿Qué buscas expresar con lo que capturas?
En el fondo, creo que todavía no he llegado al punto de decir que quiero expresar algo y lo plasmo. Creo que mis fotos sí que expresan algo, pero es puramente momentáneo de mi momento personal en el momento en el que he sacado la fotografía, y en el momento en el que edito la fotografía, porque los colores cuentan mucho. Pero creo que en las fotos que veo, y después de que pase un tiempo sí que veo un poco esos tonos grises, tuve una temporada de blancos y negros, pero un poco ese cariño por lo antiguo, un poco “mimar” esas cosas que se han quedado olvidadas.
Estás en el mundo de la fotografía digital. ¿Te has planteado la fotografía en film?
¡Claro! Es una cosa que siempre he querido y de hecho mi padre cuando era joven era fotógrafo, y se pagó la universidad siéndolo. Tiene una cámara muy antigua, no sé de qué marca es pero está rota, y siempre he hablado con él de repararla, o pasarme por el anticuario y comprar una cámara vieja. Es una cosa que siempre me ha fascinado y sobre todo trabajar con los carretes, con el celuloide, es casi una ciencia, una química al mezclar todos los componentes en una buena fotografía. Yo creo que ahora mismo la fotografía actual, la digital, ha perdido mucho ese arte que en el fondo era pura artesanía. Eran momentos que sólo se podían grabar con una fotografía. Ahora me voy a un concierto y hago 1400 fotos de las cuales cojo cinco. Y ahí te la jugabas, tenías sesenta fotos con cuatro carretes y tirabas con eso.
¿Cómo es tu experiencia sacando fotos en conciertos?
Lo de los conciertos vino desde que entré en la uni, en la que vine mentalizado con que tenía que sacarme las castañas del fuego, que tenía que conseguir todo por mí mismo. Empecé un poco con los de Cero a la Izquierda porque Lucas Nicolay, el batería, es muy amigo mío, va a mi clase. También he sacado fotos a grupos como la Red Bullet, Calle 13, Fangoria, las Nancis Rubias, los Ramones… En San Fermines estoy en el foso con los demás fotógrafos que vienen del Diario de Navarra y estoy ahí como “el pringadillo”, donde sacaba grandes grupos. Las últimas fotos que he sacado son a Belize, que me he hecho muy amigo suyo y he estado colaborando en su videoclip, son gente muy guay y espero que les vaya yendo muy bien, lo están haciendo genial.
A parte de la fotografía, ¿has hecho cortometrajes?
Sí, por ahora he hecho cuatro.
¿De qué tratan?
El primero lo hice en el verano de primero, se llama “Este imbécil” y ahora lo veo y pienso que es una idea super tonta, muy sencilla: una discusión de pareja en una secuencia, sin más, que tiene su cosa curiosa y ya está. El siguiente si que es más introspectivo, porque se llama “Ítaca”, y es básicamente una rallada mental, mis pensamientos situados en un momento en el que yo ya he muerto y contemplo un recuerdo desde la muerte. Es esa visión de la muerte en la que no hay nada, no hay ese cielo o ese infierno, sino un lugar donde revives tus recuerdos y meditas sobre ellos. Básicamente, lo que cultivas en tu vida es lo que tienes. Tampoco es mi visión de la muerte, pero pareció algo curioso con lo que pedaleé y salió eso. Lo malo es que en estos trabajos pongo mucho de mí y no me doy cuenta hasta que lo termino. “Este imbécil” lo expusieron en la Sala de Armas de la Ciudadela, en un concurso quedé finalista, “Ítaca” también quedó finalista en Jóvenes Artistas de Pamplona, y al verlo en pantalla grande con todo un público piensas que igual has hablado demasiado…
El siguiente es “Hugo”, que lo proyectaron en los cines Aide, en el Festival de Pamplona, y como tiene problemas de audio todavía no lo subo a internet, aunque es el que tuvo más trabajo detrás de guión. Hubo muchas personas que me han ayudado a sacarlo adelante, de un mes de producción, pedir permisos en una iglesia para que me la dejaran dos días para grabar, contar con luces, sonidos, una cámara buena con buenos objetivos, actores buenos, preparación de los actores, fue un trabajo muy tocho. Lo que quiero es que el audio esté bien, porque es una idea que se trabajó tanto el guión que como tengas algo que te distraiga, si pierdes cualquier diálogo no se entiende nada. Siempre digo que igual fue demasiado pretencioso, pero bueno, se aprende de todo.
El último que hice fue para un trabajo de la uni, que es del que estoy más orgulloso: “Ecos del pasado”, un trabajo un poco experimental: audios del año 89 que mi padre grababa. Mi padre es un poco dado a las cosas raras, y grababa todo con un casette. Momentos como el nacimiento de mis hermanos, primeros llantos, primeros encuentros del hermano mayor y del que acaba de nacer y cosas así, todas están grabadas. Encontré las cintas y las pasé a digital. Pongo esos momentos importantes en la vida de mi padre en contraposición con imágenes de ahora, que grabé a mi padre a escondidas, cenando, con la cámara desenfocada desde fuera, a su ritmo (porque puede estar una hora cenando). El cómo se ve a mi padre que ya tiene 68 años y cómo ha pasado ya toda su vida, esa soledad que tiene de que sus hijos se hayan ido de casa. Tiene un poco de melancolía que es un impacto muy fuerte. Es una idea muy sencilla, que yo creo que he presentado de manera correcta y por eso estoy tan orgulloso, porque se entiende: es un mensaje, una cosa sencilla que doy y ya está.
¿Cómo es la experiencia de crear tu propio contenido audiovisual?
Creo que es lo más gratificante. La fotografía yo siempre digo que es un placer muy rápido, sacas la foto, la editas y ves el resultado en seguida, y es más, ves el cambio en tu técnica, en tu mejoría muy rápido. Pasan un año o dos y ves un cambio increíble. Ver películas, ver otros fotógrafos, ver exposiciones, museos, hace que en el fondo tu ojo va aprendiendo, quieras o no. Los cortometrajes son lo que más llena, porque tienen un trabajo detrás mucho mayor. Suelo hacer un cortometraje cada verano, me lo pongo como meta. No pasa un verano sin hacer un cortometraje básicamente porque soy un cabezón, y si no, pienso que he perdido el tiempo.
¿Qué fotógrafos te sirven de inspiración?
Martin Chambí, es increíble. Tampoco he investigado mucho, suelo ver, más que fotógrafos importantes, veo webs como si fueran Facebook pero de fotógrafos, como 500PX. Van por relevancia, son gente que sabe ahí me dedico a ver. Tampoco investigo sobre fotógrafos, sino más bien es ver fotografía y acostumbrar al ojo, pero Martín Chambí es un hombre que saca fotos a finales de los 80´s e inicios de los 90´s y es esa fotografía rústica, con un blanco y negro muy contrastado, no se si es peruano… pero hace unas fotos del lugar, retratos increíbles. Nunca me he puesto a hacer cosas por el estilo porque están en un nivel superior pero me parece algo increíble para la época que era y por eso le admiro mucho.
Danos un consejo para alguien que está empezando en la fotografía
Lo primero, que si es lo que le gusta y se quiere llegar a dedicar a ello, que no se preocupe por lo que hacen los demás, es lo peor que puede hacer. La fotografía es algo muy personal y en el fondo si acabas viendo este mundo como algo competitivo te vas a volver loco, porque fotógrafos hay millones, hay niños de 16 años que ganan premios nacionales, y es así. Hay gente que tendrá mejor material que tú, yo llevo con mi Canon 550 y el objetivo 50 desde primero y hago todas mis cosas con eso. Todos los conciertos los he sacado con el 50, es fijo y no me queda otra que ponerme y pasear por el escenario, pero yo creo que se aprende más con un objetivo viejo que te obliga a buscarte las castañas. El material en el fondo no es lo que importa, en el fondo lo que importa es tu ojo y el que le pongas a las fotografías. También que se lo tomen como un hobby, porque en el momento que dejes de disfrutar de la fotografía, ya te puedes dar por vencido.
Un libro, una película y una canción
Un libro El Aleph, de Borges. Yo no soy dado a leer, pero con este me he empeñado y he descubierto a Borges que es increíble, las ideas que pone son ralladas mentales como a mí me gustan, y muestra mucho el nivel espacio tiempo de manera súper creativa, se expresa muy bien y tiene un vocabulario latino-americano que tanto me gusta. Yo como soy chileno, las cosas más o menos las entiendo. Mi película favorita es super tópico: Big Fish, de Tim Burton, pero no a nivel técnico ni a nivel de guión, sino a nivel personal, tiene unos personajes que me encantan, la historia de esas personas, en el fondo es una visión de la vida, como una filosofía. La vi con 14 años y desde ahí me flipó y empecé a investigar. Una canción, os voy a decir una auténtica estupidez y porque va mucho conmigo, se llama el Vinilo Satánico de Hamburguesa Vegetal.